4 de junio de 2023

Señales de que te estás convirtiendo en tu madre o padre

Cuando eras joven probablemente te prometiste a ti mismo que nunca serías como tus padres, sobre todo si algún día tenías hijos. ¡Pero un buen día te levantaste, te miraste al espejo, y te diste cuenta de que eras clavadito a ellos! No estamos hablando de una transformación kafkiana de esas que ocurren de la noche a la mañana, sino de una evolución paulatina que se ha ido notando cada vez más (aunque no quieras admitirlo). ¿Criticas a las generaciones más jóvenes? ¿Crees que cualquier tiempo pasado fue mejor? ¡Descubre todas las señales que indican que, efectivamente, te has convertido en tus padres!

Te das cuenta de que tenían razón

Cuando piensas en los momentos de tu adolescencia en los que tus padres te sacaban de quicio, te das cuenta de que en realidad estaban en lo cierto. ¡Sorpresa! Tus padres no han resultado ser los villanos tiranos que creías que eran.

No sin mi posavasos

Una cosa está clara: ¡los posavasos no son negociables! Ahora entiendes por qué tu madre se enfadaba tanto cuando quedaban marcas en la mesa.

¿Vas a salir vestido así?

Se te ponen los pelos de punta cuando ves cómo van vestidos los adolescentes de hoy en día. Reconócelo: tu primer instinto es cubrirlos con una manta.

Hablas igual que ellos

¿Has dicho algo que te suena familiar? Quizá se deba a que son las mismas palabras que utilizaban tu padre o tu madre. Y a veces no son las palabras, sino el ritmo o la cadencia con que las dices.

Si es de pie, no voy

Si vas a un concierto, tienes que sentarte en grada. Fin. Lo mismo se aplica a las fiestas, bares y cualquier otra situación.

Cocinas los mismos platos

Después de años sobreviviendo a base de comida basura, por fin te has dado cuenta de lo ricos que estaban los platos caseros, sobre todo los de tus padres.

Tienes la misma caligrafía

Cuando te encuentras una nota por ahí tirada, te vienen recuerdos de los justificantes del colegio y las listas de la compra. ¿La habrás escrito tú o tus padres?

Te preocupas por los demás

Empiezas a preocuparte por lo que les pase a los otros. Incluso les preguntas a tus amigos si han comido bien o si han ido al baño antes de iros de viaje.

Os parecéis físicamente

Por mucho que de pequeño te dijesen que eras clavadito a tu madre o a tu padre, tú no te veías el parecido. Ahora, sin embargo, ves fotos de ellos en su juventud y te das cuenta de que eres exactamente igual.

Llevas todo lo que necesitas en el bolso

Cuando miras tu bolso, te das cuenta de que es sorprendentemente parecido al de tu madre. ¡Ahora vas preparada para cualquier percance que pueda surgir!

«Estas cosas no pasaban cuando yo era joven…»

Uno de los mayores indicativos de que te estás haciendo mayor es criticar a los adolescentes y decir que cuando tú no eras así cuando tenías su edad. Lo más gracioso es que, probablemente, no es cierto.

Te identificas con las figuras paternales de las películas

Cuando ves una serie o una película, te das cuenta de que los padres te representan más que los hijos. Esto es una clara señal de que te pareces más a tus progenitores de lo que pensabas.

Te imaginas criando a tus hijos como tus padres

¿Recuerdas cuando dijiste que odiabas algunas de las cosas que hacían tus padres y juraste no caer en el mismo error? Cuando tus amigos empiezan a tener hijos y ves cómo los educan, te encuentras a ti mismo imaginándote cómo lo harías en su lugar. Al final resulta ser que seguirías los mismos pasos que tus padres.

Les pides a tus amigos que te avisen cuando lleguen a casa

Da igual si se acaban de ir de un bar o de tu casa: quieres que te avisen de que han llegado sanos y salvos para poder dormir bien por la noche.

La comodidad lo es todo

Se acabaron las prendas y los zapatos incómodos: hoy en día solo quieres llevar ropa cómoda. Si no, no te interesa.

Tu hogar es un lugar seguro

A tus amigos les encanta ir a visitarte porque saben que tienes una casa acogedora y la despensa llena. Igualito que tus padres.

Tu sitio

Ah, sí, ahora eres de esas personas con una silla preferida o que se sienta siempre en el mismo lado del sofá. ¡Y que a nadie se le ocurra quitártelo o sufrirá las consecuencias!

Los niños te sacan de quicio

No puedes evitar poner los ojos en blanco cuando los niños o adolescentes hacen de las suyas. ¿Dónde están sus padres? ¡Deberían decirles algo!

No soportas tener la casa sucia

La limpieza es un imperativo para ti. Es más, no te quedas tranquilo hasta que no has puesto algo de orden.

No entiendes las modas actuales

¿Qué aplicación es esa? ¿Por qué hay adolescentes bailando aleatoriamente por todas partes? Igual te crees el más listo en lo que a tecnología se refiere, pero en realidad estás tan perdido como los demás.

Haces chistes de padre

¿Te morías de la vergüenza cuando tu padre hacía bromas? ¡Parece ser que el que tiene un sentido del humor cuestionable ahora eres tú!

Cualquier cacharro sirve para guardar cosas

A todo le encuentras un propósito. Una caja de zapatos es un nuevo baúl de los recuerdos y una bolsa de la compra te viene de perlas para bajar la basura.

No entiendes la música moderna

Tus padres nunca entendieron por qué te gustaban ciertos estilos musicales. Puede que hasta te dijesen que no era música de verdad. Ahora eres tú quien no entiende las canciones de moda.

Lloras cuando ves fotos de bebés

Cuando eras pequeño no entendías por qué tu madre se emocionaba mirando los álbumes familiares. ¡Dentro de poco serás tú quién acabe hecho un mar de lágrimas al ver las fotos de sus hijos!

Criticas los modales de los otros

Cuanto más mayor te haces, peor llevas la falta de educación de los demás. ¡No les pasas ni una!

No entiendes la jerga de los adolescentes

Una clara señal de que te estás quedando atrás es no entender la forma de hablar de los adolescentes. ¿Qué has dicho que significaba «red flag»?

Prestas atención al parte meteorológico

Atrás quedan los días en los que salías a la calle sin paraguas. Ahora es un adulto responsable, lo que significa que tienes muy en cuenta lo que dicen en la televisión sobre el tiempo.

Tu casa, tus reglas

Probablemente, has escuchado a tus padres decir esta frase millones de veces. ¡Ahora resulta ser que también es tu lema!

Te das cuenta de que tus padres no eran tan terribles, después de todo

A medida que te vas haciendo mayor y te vas fijando en lo mucho que te pareces a tus padres, te das cuenta de que el problema no eran ellos, sino tú. De tal palo, tal astilla.

Fuentes: (Thought Catalog) (LoveToKnow)